La formación se puede realizar desde cualquier lugar y en cualquier momento. Se eliminan las barreras para ofrecer una experiencia radicalmente distinta a la tradicional donde hay una flexibilidad total en su formato de consumo sin distinciones ni limitaciones. Tanto en el modelo presencial remoto como en el presencial físico, los alumnos tienen la misma posibilidad de participar e interactuar entre sí.

La tecnología es un facilitador que permite vivir una experiencia educativa radicalmente diferente en la que se pueden realizar sesiones interactivas y participativas mediante diversas herramientas. Crear encuestas virtuales o trabajar en grupo en salas adyacentes, son tan solo algunas de las posibilidades. Sin olvidar la parte humana del proyecto: profesores, coordinadores, tutores…

El alumno se convierte en el centro de este modelo educativo, dándole la capacidad de que sea este mismo quien elija las temáticas que le parecen más relevantes para su plan formativo, sin tener que adaptarse a planes ya estructurados en los que no todo el contenido le es relevante. Se fomenta así el modelo de formación continua que acerca al alumno a la especialización y la empleabilidad.