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Carrito

Inteligencia artificial

Es innegable que la Inteligencia Artificial está cada vez más presente en nuestras vidas. Por un lado, de una forma muy visible cuando la incorporamos a objetos físicos que ya utilizamos en nuestro día a día como los asistentes para el hogar (p.ej. Google Home, Alexa) o de forma más incipiente en los vehículos autónomos. Por otro lado, y de forma más oculta, en infinidad de algoritmos que toman decisiones por nosotros o por compañías e instituciones con las que interactuamos frecuentemente.

Sea cual sea la forma que adopte, la Inteligencia Artificial ha ganado un protagonismo que la ha situado en la primera página de los medios de comunicación, que no paran de preguntarse qué nos va a deparar en el futuro y si el cambio va a ser para bien o para mal.

Sin embargo, antes de tratar de aventurar el futuro, vamos a preguntarnos por qué ahora. ¿Por qué la Inteligencia Artificial ha resurgido en los últimos 5 años tras haber pasado por varios “inviernos” — tal y como los propios expertos han denominado a los diferentes períodos desde 1956 — en los que la Inteligencia Artificial ha caído, de forma periódica, en el ostracismo? La respuesta se haya en la combinación de tres factores que han creado un círculo virtuoso alrededor de la Inteligencia Artificial:

  • El primero, la capacidad de cómputo y datos disponibles, que han hecho posible construir soluciones (p.ej. DNN — Deep Neural Networks o Redes Neuronales Profundas) que hasta hace poco eran inabordables.
  • El segundo factor clave, derivado del anterior, ha sido la aparición de resultados científicos con aplicación directa en diferentes mercados. A modo de ejemplo podríamos citar el campo de los algoritmos de visión por computador y en concreto la clasificación de imágenes, cuya precisión ha mejorado de forma dramática a partir de 2012 (las tasas de error del estado del arte han pasado de estar en torno al 26% en 2011 a estar por debajo del 4% en 2015).
  • Por último, la inversión e investigación alrededor de la Inteligencia Artificial se ha disparado a raíz de estos resultados, multiplicándose aproximadamente por 10 y por 3 en los últimos 5 y 10 años respectivamente.

A pesar de toda esta inversión y de las innegables mejoras de la Inteligencia Artificial en el último lustro, todos los expertos coinciden en que nos encontramos todavía en fases muy tempranas de su desarrollo. Esto contrasta sin duda con muchos de los titulares sensacionalistas de la prensa. Estos titulares están teniendo dos efectos significativos en el mundo empresarial y en la sociedad en su conjunto. A modo de ejemplo, durante el pasado Google IO de 2018 la prensa se hizo eco inmediatamente de Google Duplex, la nueva tecnología para asistentes virtuales que promete revolucionar la forma en la que interactuamos con nuestros proveedores de servicios. Sin embargo, poco o nada se publicó sobre el panel de expertos de Inteligencia Artificial de Google que rebajaban sustancialmente el hype reconociendo todavía el bajo nivel de madurez alcanzado y la cantidad de trabajo que queda por hacer.

A nivel empresarial, existe sin duda una demanda exponencial de servicios y perfiles de Inteligencia Artificial. A pesar de que definitivamente nos encontramos en el momento de probar la tecnología, de entenderla, de buscar en qué procesos podemos aplicarla de forma efectiva), las empresas deben ser conscientes de los retos a los que se van a enfrentar al abordar su adopción:

  • En primer lugar, y al tratarse de una tecnología relativamente nueva (o al menos, poco adoptada en el mercado masivo), no existen estándares de mercado que faciliten incorporarla de forma escalable a una organización.
  • En segundo lugar, nos encontramos ante una escasez de recursos cualificados para poder trabajar en el ámbito de la AI.
  • Por último, existe todavía mucha indefinición en cuanto al marco legal de aplicación a la Inteligencia Artificial.

A nivel social, sin duda el protagonismo de la IA está haciendo que la inmensa mayoría de personas adopten una postura hacia esta tecnología. En términos generales, observamos ciertos patrones respecto a su uso y a las expectativas que está generando:

  • En primer lugar, la gente utiliza la Inteligencia Artificial mucho más de lo que es consciente en su día a día.
  • De manera recurrente, la gente se siente más amenazada por la Inteligencia Artificial cuando esta está integrada con algún objeto físico con el que se puede interactuar de forma física.
  • De forma unánime, existe una expectativa clara respecto a que la Inteligencia Artificial va a cambiar por completo todos los aspectos de la vida cotidiana en el futuro, destacando un interés claro por su aplicación en los ámbitos sanitarios y sociales.
  • Existe también un miedo generalizado a la pérdida de control y a la dependencia respecto a la tecnología, siendo preocupante en especial el hecho de que las máquinas jueguen un papel relevante en el mundo emocional, tal y como lo entendemos los humanos.

Por otro lado, multitud de instituciones públicas y organismos privados están empezando a focalizarse en estas y otras preocupaciones, tratando de velar porque la Inteligencia Artificial se desarrolle dentro de un marco ético y socialmente responsable. Este aspecto es fundamental debido a dos características de la Inteligencia Artificial que pueden generar graves desigualdades si no se regulan de forma adecuada:

  • En primer lugar, el amplio espectro de población al que puede afectar cuando se mezcla con otras tecnologías como las RRSS. Esto es especialmente relevante cuando la Inteligencia Artificial se entrena de forma deliberada o accidental con datos sesgados que puedan discriminar por ejemplo por raza, sexo u otros condicionantes.
  • En segundo lugar, la imposibilidad a día de hoy de explicar, para ciertos tipos de algoritmos basados en Redes Neuronales, cómo la Inteligencia Artificial está tomando las decisiones que está tomando, lo que impide establecer mecanismos de realimentación en caso de producirse decisiones no acordes a principios éticos o legales.

En definitiva, nos encontramos en un momento de ebullición de la Inteligencia Artificial, de resultados científicos reales y de aplicación empresarial directa, pero a la vez de cierta inmadurez, expectativas desmesuradas y de un interés creciente por las derivadas relacionadas con el impacto social y ético de esta tecnología. ¿Está transformando nuestro mundo la Inteligencia Artificial? Sin duda, la respuesta es sí. ¿Cómo va a seguir transformándolo en el futuro? Sin duda, esa respuesta seguimos teniéndola, al menos por ahora, los humanos.

Interesante, ¿verdad?

Autor: David Pereira, Digital Technology Partner en Everis y profesor en The Valley.

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