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Filosofía en tiempos de disrupción tecnológica

Por 26 marzo, 2018 Sin comentarios

Un filósofo, un espacio de innovación, un objetivo: recuperar el valor del conocimiento en tiempos de disrupción tecnológica. La semana pasada, el Club The Place comenzó su programación.  Y lo hizo con un invitado especial. En el ágora, Josep María Esquirol. Filósofo y profesor, Premio Nacional de ensayo 2017 por «La Resistencia íntima», Esquirol estuvo acompañado de un público que se quedó con ganas de más.

Con la creatividad como tema central de su Masterclass, Josep María compartió más consejos que recetas, invitó a tener paciencia y resaltó la urgencia de volver a lo más básico… desde ese lugar cercano donde pensar es también experimentar lo más básico de la vida.

Para los que no pudisteis acompañarnos ese día, hoy compartimos una serie de reflexiones y una pequeña video-entrevista.

Creatividad cósmica 

Su reflexión, inspirada en la imagen poderosa del cielo estrellado admirado por los griegos, quedó articulada a partir de dos modelos culturales: la visión del artesano capaz de transformar cosas, y el ser generador a partir de la nada, capaz de crear mundos nuevos, inesperados: «Somos creadores de mundos», apuntó Esquirol.

En el cielo estrellado en el que los griegos buscaban respuesta y encontraban asombro, miles de puntos luminosos se movían circularmente, al unísono, acompañados de tres o cuatro puntos en movimiento sin orden aparente, «como vaganbundos del cielo». Esos puntos eran los planetas, astros entonces todavía desconocidos, cuya presencia despertó el interés de los antiguos por saber, por comprender, por dar sentido a aquel desorden aparente.

«La experiencia de contemplar el cielo estrellado es una experiencia que desprende armonía, orden y cosmocidad, una huída de lo caótico que confronta la luz de las estrellas con la idea abismal, oscura e inhóspita con la que relacionamos el caos», apuntó Esquirol.  Y añadió: «El ser humano no sólo es capaz de celebrar lo cósmico, él mismo es capaz de generar admiración. Cada uno de nosotros tenemos la capacidad de ordenar, construir, de ajustar la vida».

En busca del orden amenazado 

«Toda creación humana está, por principio, amenazada directamente, sujeta al desgaste, al proceso de desintegración», continuó Esquirol. De ahí que generar orden incluya también el deseo de mantenerlo. «Conservar, cuidar lo valioso, es nuestra forma de preservar la armonía de un orden que está sometido al desgaste inevitable. Y esto tiene sentido». De la mano de la imagen del viñedo, el profesor trató de plasmar el valor que hay detrás de algo tan básico como cuidar una parcela, la que sea: «Ser creadores de mundos nos convierte en generadores de belleza, pulcritud y limpieza, porque quien crea algo nuevo disfruta de su belleza, desea que dure y pueda ofrecernos ese lugar donde vivir a cubierto», apuntó Esquirol. Con calidez. Protegidos de la intemperie, un poco más lejos de lo feo, lo sucio, el desorden, el caos.

Elogio de la lentitud 

Como había anunciado en su introducción, Esquirol habló también de la conexión entre creación y paciencia: «La aceleración excesiva en la que vivimos resulta inquietante», apuntó el autor. «Crear es cambiar, un proceso valioso y perdurable que a veces es lento, de ahí la necesidad de darnos tiempo y permitir que la realidad nos toque, nos conmueva. Sin sensiblería, pero sí con la sensibilidad que permite que lo valioso nos llegue al corazón».

Su Masterclass finalizó con una celebración de los poetas del mundo, personas creadoras, generadoras de belleza, armonía y admiración que nos devuelven a ese lugar donde vivir es volver a los básicos.

Si no pudiste asistir o quieres refrescar los puntos más significativos de la sesión, no te pierdas la entrevista:

Descubre toda la programación del Club The Place

 

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